miércoles, 4 de junio de 2014

Donde hay poca justicia es un peligro tener razón

Hace tiempo, vi en un programa de zapping cómo una niña contestaba con la sinceridad y la inocencia que les caracteriza a una pregunta sobre qué hacían los profesores cuando se portaban mal. Con rotundidad afirmó que les pegan cuando hacen algo mal. Extrañado, el reportero califica a la pequeña de peligrosa y opina que lo mejor será que no hable más; la profesora asiente. Ésta, pregunta si han cortado la grabación, preocupada tal vez, el reportero le cuenta que es en directo y que a los niños no se les suele entender.

Esta anécdota no trata de si deberían o no, los profesores, tener más mano dura. Claro que tendrían que tener más mano dura, no hace mucho los alumnos tenían miedo a esas reglas de dibujar en la pizarra, a sabiendas de que más tarte o más temprano acabarían sufriendo su elasticidad. Hoy la sociedad ha cambiado, la forma de percibir las cosas es diferente y ahora son los alumnos los que agreden a los profesores. No es casualidad que desde que la mano dura se extinguió de las aulas, las nuevas generaciones son cada vez más irrespetuosas y gozan de pocos valores. La profesora que vemos en el vídeo debe ser de la vieja escuela.

Pero esta entrada no trata realmente de mano dura si o mano dura no. Lo que me gustaría reseñar es cómo ante una verdad que nos cuenta la pequeña, una verdad hiriente ante la opinión pública, el reportero dice que la cría está loca y la profesora intenta coartar a la chiquilla. Puede que a algunos les resulte una completa gilipollez lo que estoy diciendo pero estas situaciones son las que sufrimos día a día. Ya lo dijo Quevedo, donde hay poca justicia es un peligro tener razón.