jueves, 27 de junio de 2013

Miedo a la revolución

Podemos definir el miedo como una alteración del estado del ánimo ante una situación de peligro, en algunos casos imaginaria. El miedo nos hace ser débiles y no enfrentarnos a los problemas. Huir, mirar a otro lado y continuar como si no pasara nada son en muchos casos las soluciones que toma el ser humano.

Aplicado a la revolución, podemos decir que la población tiene un miedo, de momento, insuperable. Como ya he dicho en otras ocasiones, no parece despertar ante lo que está sucediendo. Y realmente es por ese miedo; primero al qué dirán. En España somos muy de colocar el San Benito y a la gente no le gusta ser señalada y/o etiquetada. También están los que temen por su puesto de trabajo y prefieren que otros sean los que luchen por él. En este último caso tiene mucho que ver la patronal que, con sus presiones, atemoriza a los trabajadores. Muy a sabiendas de que éstos, cederán.

Y puede ser normal hasta cierto punto. En los tiempos que corren, nadie está dispuesto a perder su empleo por una manifestación, una huelga o una vinculación con algún grupo. Pero, ¿qué somos si no estamos dispuestos a correr ese riesgo? Comparado con otros países en los que no es el trabajo lo que está en juego sino sus mismas vidas entregadas por un sueño de rebeldía, un proyecto de liberación por su clase, su país y su tierra. Ese es el ejemplo que debería tomar la población europea en general y la española en particular.

Como he comentado anteriormente, por otro lado tenemos a esos tímidos anormales que les avergüenza salir a protestar con aquellos o por lo que realmente piensan. De esos, en nuestro "bando" tenemos a una buena piara. Son muchos más los que desde sus ventanas miran la manifestación convocada con tal o cual partido que los que están ahí a pie de calle repartiendo panfletos, megáfono en mano u ondeando una bandera; haciendo ver al pueblo cuál es la verdadera revolución.
En este saco también podemos meter a todos esos ciber-revolucionarios de twitter que con sus ciento y pico caracteres creen ser los Jose Antonio de la época. Cuando les preguntas si verdaderamente se quieren unir a luchar codo con codo, titubean, se lo piensan, el miedo les atrapa y no saben qué hacer.

Y de todos ellos se ríe el estado, se ríen los gobernantes que ven como huelga tras huelga el fracaso es el verdadero protagonista, pero claro, de esto qué nos podemos esperar si estas huelgas son convocadas por los sindicatos untados de CCOO y UGT manipulados por el gobierno que les subvenciona.

También se descojonan, permitanme la palabra, de todos esos revolucionarior de salón que antes he nombrado. Si todas las revueltas que van a existir en este país son vía hashtag, vamos 'aviaos'.

Pocos son los que en este país somos capaces de asumir el riesgo que puede suponer una verdadera revolución, una lucha diaria e incansable contra aquellos que roban el pan del pueblo. ¿El resto? Miran desde lejos lo que algunos hacemos, protestan incluso desde su sillón y reclaman más leña al fuego mientras sostienen un pincho de tortilla en la barra de un bar. Una minoría es la que da un paso al frente y se distancia de la masa avergonzada. Esos son los hombres y mujeres que necesitamos para el mañana. Gentes dispuestas a entregarlo todo por una idea, por un sueño, por una meta.

1 comentario:

  1. Yo reconozco que soy algo timorata, aunque intento mostrar mi orgullo por ejemplo llevando mi amada bandera en una camiseta (y te lo dice una que vive en un pueblo donde hay mayoría de turismo vasco, y algún que otro se ha quedado mirando, no sé si para bien o para mal, ni me importa.) También intento colaborar comprando en pequeños comercios y hablar con gente del tema, también diciéndoles qué marcas de las que conozco son de España. Sí, es de reconocer que en España rige mucho el qué dirán, demasiado. Sólo espero que los grandes patriotas muestren a la masa que tiene aún miedo el camino a seguir para convertirse en patriotas valientes y no pasivos. Pero tenemos que tener en cuenta que todos llevamos dentro a ese patriota valiente que quiere salir.
    Un abrazo y perdona la parrafada.
    Leonor

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